domingo, 22 de abril de 2012

El mojon con cara


Autor: Raul Otero Reich



Aquí se detuvo lo mismo que un río, 
vibrando en las cuerdas del viento: 
su alma de guitarra trasnochó sonámbula, 
porque eran luceros detrás de la reja del alba
sus ojos ardidos ese amanecer.
Desde entonces, siempre
lo vieron pegado a la esquina del tiempo
preso en ese embrujo,
como fascinado de un sueño no más.
Aquí echó raíces.
aquí se hizo un árbol;
pasaban las horas, corrían las noches 
por el horizonte, y allá
se apagaban los rojos faroles del cielo,
mas él seguía siempre pegado a la esquina del tiempo
bebiendo rocío como las luciérnagas,
sonámbulo, ausente,
velando la imagen de su enamorada,
de aquella que un día 
lo citó a la reja,
le dio un sólo beso
y jamás ni nunca volvió a aparecer.
Pitaba y pitaba en la calle desierta el sereno, 
alguna lechuza pasaba cortando mortajas, 
cumplían su ronda los negros murciélagos,
a veces se oían doblar las campanas 
y pasar furtivas visiones noctámbulas.
Iban y venían las parrandas, viejas 
voces conocidas le nombraban; risas 
de hermosas mujeres; murmullos 
de besos y crujir de sedas, 
llenaban la noche de sensualidad.
Pero él nada oía,
él nada veía,
ahí se estaba inmóvil, 
fija su mirada noctámbula, ausente,
en el enrejado de la celosía,
y allí se quedó
y allí se secó
y allí está ese tronco de árbol mordido por la tempestad.

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